
Estos jóvenes, tal como Keating se los hace ver, perdieron de vista sus sueños y ambiciones. Viven de modo automático los planes y las expectativas que sus padres les transmitieron. Proyectan ser médicos, abogados y banqueros porque eso es lo que los padres les dijeron que deberían de ser. Pero, ellos ya saben lo que de verdad desean ser.
Una de las primeras escenas de la película muestra al Sr. Keating llevando a los chicos al hall del colegio donde las vitrinas exhiben fotos de promociones anteriores. “Miren esas fotos chicos – dice Keating a los alumnos – los jóvenes que están viendo tenían en los ojos el mismo fuego que ustedes. Planeaban llevarse el mundo por adelante y hacer algo fantástico con sus vidas. Eso fue hace setenta años, ahora todos están bajo tierra. ¿Cuántos de ellos realizaron sus sueños? ¿Hicieron lo que se habían propuesto cumplir?”.
Luego, el profesor se acerca a ellos y susurra en forma audible: “¡Carpe diem! ¡Aprovecha el día presente!”
Al principio, los estudiantes no saben que hacer con ese extraño profesor. Pero en seguida aprecian la importancia de sus palabras. Llegan a respetar y a admirar al Sr. Keating, que les dio una visión distinta o les devolvió las suyas originales.
"Todos nosotros caminamos con algún tipo de tarjeta de felicitaciones que nos gustaría regalar, alguna expresión personal de alegría, creatividad o vitalidad que llevamos guardada debajo de la camisa."
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